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EL GRAN JUEGO DE LA OFERTA Y LA DEMANDA EMOCIONAL

Como humanidad nuestros vacíos emocionales marcan la pauta del consumo. La industria lo sabe, nos lee, nos algoritmiza, nos entrega gratificación instantánea y la “solución” rápida no deja de ser eso: una mentira disfrazada de verdad. 


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¡No somos santos!. ¿Qué “mentiras” nos contamos a través de nuestros consumos? Tecnología, moda, diseño, información...¡da igual! Al comprar en clave “fast” nadie nos pone un arma en la sien; aunque metafóricamente lo hacemos con el planeta. (Duro, pero cierto). Nosotros marcamos pauta: visualizamos o invisibilizamos. La oferta, sin duda,  responde a la demanda emocional, SIEMPRE.


Leer entre líneas le ha permitido a cierta parte de la población cuestionarse la ecuación, al menos durante un momento. El auge del “quiet luxury” y el revival de los talleres de diseño regenerativo marcan tendencia bajo el lema “menos, pero mejor”. Mejor, ¿para quién(es)?


Mientras que Francia ha aprobado una ley para regular el fast fashion con prohibiciones publicitarias, más impuestos y barreras para los influencers, nos preguntamos a quiénes realmente afecta. ¿Temu? ¿Alibaba? ¿Shein? ¿Qué pasa con las marcas europeas? ¿A quiénes se blinda? ¿Para quién es el lavado de imagen? ¿Zara?¿HM? 


La industria fashionista siempre se anticipa. “Lo nuevo de lo nuevo de nuevo”. Ese es el LOVE BOMBING PERFECTO, un punto suspensivo constante del cual ya no nos podemos hacer cargo. 


Hoy, sin duda, el implacable gesto de devolución de una prensa inutilizable a la marca fabricante, se puede transformar en una “suerte” de punto final de la cadena. 


Lo cierto es que tampoco sabemos si envejecer (la antítesis a nuestra era) con nuestras prendas de calidad favoritas será parte de la solución. 


Pero lo que sí está claro es que ya hay ropa para vestir 4 generaciones, un dato aterrador que sigue creciendo como esa vitrina que sabemos te (nos) encantó. Quizás el final existe, es radical y simple: no compres. ¿Puedes reducir tu consumo? ¡Te leemos!



 
 
 

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